Al comienzo de la pandemia. Coronavirus y angustia
- Marcela Coria
- Aug 28, 2020
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Voy a hablar de la angustia como señal ante un peligro inminente. La angustia nos indica de que algo no está funcionando bien, aunque no conozcamos el objeto que la produce.
Estamos viviendo una situación nueva, que desconocemos y anula nuestra cotidianidad, nuestras rutinas, nuestros hábitos. Aquello que nos hace de soporte cada día, aquello que conforma nuestra realidad, todo esto se ha paralizado.
La angustia es un estado afectivo que produce sufrimiento psíquico tales como tristeza, preocupación y temores excesivos, incertidumbre, inhibición para resolver situaciones. También puede expresarse a través del cuerpo con dolores en el pecho, sensación de asfixia, sensación de ahogo o falta de aire, palpitaciones, sudoración y mareos.
Esta angustia también puede ser orientadora, podemos desplazarla para que produzca interrogantes. También puede llevarnos a la sublimación. Porque taponarla? o Porque no tolerar un poco la angustia?
Predominan en la web consejos, ideas, tips de lo que debemos hacer ahora que tenemos tiempo, tales como ordenar y limpiar toda la casa, leer un libro por día, hacer múltiples manualidades, aprender un nuevo idioma, etc. Todas cuestiones difíciles de cumplir y que terminamos colmadas de culpa por no poder realizar.
Además por supuesto de seguir con nuestras obligaciones cotidianas trabajo, casa, etc. mas ser maestra/o de nuestros hijos. Por supuesto que hay que seguir y también cumplir pero tampoco como si nada hubiera cambiado.
Tantas cosas han cambiado, que hasta la relación con nuestros semejantes se ha vuelto peligrosa y nociva para nuestra salud.
Desconocemos los efectos reales que producirá esta pandemia del Covid-19, no sabemos cuanto tiempo durará, pero si sabemos que es temporal, que es una situación transitoria que no durará para siempre.
Que la pandemia nos sirva para;
Potenciar nuestros vínculos afectivos.
Fortalecer el deseo de abrazarnos, del contacto y el encuentro con los familiares que extrañamos, con los amigos que no vemos. Con esas charlas interminables, abrazos infinitos, risas descontroladas.
Con nuestros niños en vez de empeñarnos en enseñar tal vez podemos mirarlos, escucharlos, jugar y reír más.
Pensemos en aquello que deseamos retomar con mas ganas, mayor ímpetu y compromiso cuando termine el confinamiento.
Retirarnos, despojarnos y renunciar de aquello que nos hace daño.
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